Tomo 3 del libro de tu vida, el inconsciente biográfico.

Los acontecimientos que han ocurrido en tu primera infancia (más o menos desde tu nacimiento hasta tus 11 o 12 años de edad), son los que marcan una parte de tus gafas de realidad, así como ves el mundo.

Este tomo contiene filtros positivos (que te aportan recursos internos) que has ido acumulando a lo largo de los años (imagínatelo como las insignias de los boy-scouts en sus pruebas de supervivencia) y filtros negativos (experiencias que se quedan grabadas en forma de necesidades no satisfechas en tu inconsciente). 

Vamos a hablar sobre esto, quiero contarte la historia de Marta. 

Marta tiene 2 años. Mamá ha salido a comprar pan, la panadería se encuentra justo debajo de su apartamento. Marta se levanta de una siesta placentera, llama, así como sabe, levantando los brazos por encima de la cuna mientras grita “ma”, esperando esas manos que la cojan por debajo de sus brazos, la levanten de la cuna y le den ese calor que solo mamá sabe dar.  Pero mamá está abajo y nadie contesta. 

El cerebro de los niños es muy frágil, frágil no en el sentido de débil, sino en cuestión de sensibilidad. Hay un instante exacto en dónde este ser sensible siente un choque. Lo que llamamos bio-shock. Un trueno en el cuerpo de una bebé de dos años. Marta sentirá unas sensaciones corporales asociadas al resentir del momento; unas sensaciones corporales justo en un instante determinado, el instante del bio-shock. Puede que sea cuando espera con los brazos alargados, cuando grita “ma” y nadie contesta, quién sabe, eso solo lo sabe la mente inexperta de Marta. Pero sabemos que hay un instante en el que siente ese trueno en su cuerpo. Se le llenan los ojos de lágrimas, se le aprieta el pecho y le falta el aire. Es justo en ese momento que el cerebro recibe el aviso. 

El aviso del estrés: en el momento del trueno, el cerebro recibe la señal de estrés y genera más hormonas asociadas a este estado: cortisona y adrenalina. Pero aquí no está la magia. La magia está en el resentir de Marta. Cada persona tiene una manera diferente de vivir las situaciones y dependiendo del “re-sentir” de estas situaciones, va a afectar de una forma u otra a su manera de ver el mundo. No es el evento externo si no la forma interna de vivirlo de lo que te estoy hablando. 

Vamos a jugar a suponer. 

Supongamos que Marta lo vive desde el “abandono”, que sea ese su resentir. El cerebro de Marta, en el momento del choque conmovedor, produce una adaptación biológica y existe un cambio en la fisio-electricidad del campo cerebral. En unos segundos su cuerpo liberará NORADRENALINA y el pequeño cuerpo de Marta entra en estrés biológico. En unos minutos, las suprarrenales también liberan CORTISOL y numerosas de sus actividades biológicas se ralentizan o se cortan. Se detienen en ese instante los fenómenos de crecimiento, de sanación, de digestión, de sexualidad, de inmunidad. Marta está ahora en una respuesta biológica de huida, lucha o parálisis. Un cachorro mamífero, sin mamá, está en peligro mortal. El cuerpo de Marta lo sabe; es en ese momento que la psique de Marta se empapa de la creencia: “Mama me ha dejado sola, me ha abandonado”. 

Por suerte, tenemos un pequeño reloj dentro llamado ciclo ultradiano; funciona como un péndulo que oscila entre los dos estados del sistema nervioso. Este péndulo permite que por cada hora (aprox.) de estrés biológico, se alterne media hora de reparación.

Pero…

La madre de Marta sube de la panadería y se da cuenta de que ha dejado las llaves dentro. No puede entrar. Su marido está trabajando lejos y no tiene ninguna copia de llaves más. No queda otra solución que llamar a un cerrajero. Mientras espera, oye a Marta llorar al otro lado de la puerta. 

Es un momento de estrés para las dos, un estrés biológico de alto grado de intensidad, pero en este ejemplo quiero centrarme en el delicado cuerpo, cerebro y la mente de esta niña de 2 años. 

Pasan más de 45 minutos y su madre sigue detrás de la puerta intentando consolar a la niña. Ha llamado ya a todos los vecinos. Nada. 

Este reloj interno de reparación no ha sido suficiente esta vez. El bio-shock ha sido demasiado largo, demasiado intenso o demasiado estresante. Las vagotonías del ciclo ultradiano (también llamadas reparaciones, en los que nos quedamos agotados, reparando toda la energía que había sido invertida en sobrevivir) ya no son posibles. La pequeña Marta entra en un estado de anestesia (trance inconsciente) o lo que algunos llaman disociación del dolor.  A su vez, se produce lo que llamamos la creación de la sub-personalidad o como llamo yo, instalación de software limitante.

Marta vivió el abandono (a pesar de que su madre no la ha abandonado) el viernes 13, a las 12 del mediodía. Hasta ese instante era Marta nº1, a partir de ese momento es Marta nº2, que, en apariencia, se parece a Marta nº1, pero que, en el fondo, es totalmente diferente e imita como a un mimo a Marta nº1. 

Este evento tiene un efecto en la psique, en el cerebro y en un órgano muy específico de Marta. Los 3 elementos funcionan en equipo, pero hoy solo te hablaré de su efecto en la psique o mente. 

La madre de Marta consigue un cerrajero y al cabo de una hora y media de ausencia, logra entrar. La pequeña Marta está en la cuna, algo desorientada de tanto llorar. Su madre la coge en brazos, Marta puede dormir y descansar en brazos de mamá. Finalmente, reparar. 

En este momento, el cuerpo de Marta va a reparar con un profundo sueño, quizás algo de fiebre y algún que otro síntoma. Pero aquí lo curioso es lo que llega después, después de un tiempo. 

En su inconsciente, este momento ha sido grabado de varias maneras: ha sido grabado a través de las sensaciones corporales, ha sido grabado a través de la creencia “Mamá me ha abandonado” (pues para un cachorro humano así de intenso se viven las separaciones de nuestra figura materna), y ha sido grabado a través de los elementos que estaban presentes en el escenario (el tic tac de un reloj, el aroma a perfume infantil en la habitación, etc), lo que llamaremos un programa o conflicto biológico programante. 

Marta sigue creciendo con normalidad, aparentemente no existe ningún cambio representativo en ella después del suceso. Puede que unas semanas algo más pendiente de mamá, pero al cabo de un tiempo, se olvida, como si nunca hubiera pasado; pero créeme, eso está ahí como experiencia de referencia. 

Marta ahora tiene 16 años. Está con su amigo adolescente en su habitación, besándose. La habitación está cerrada. La madre no sabe que está con un chico, sube a la habitación, toca dos veces, intenta abrir la puerta y no puede. Marta está con su amigo en la cama, oye el ruido del pomo, el intento de su madre por entrar:

-Marta, hija, ¿por qué tienes cerrado? ¿Estás bien?, ábreme la puerta.

Marta no contesta. 

-Marta, por favor, ábreme la puerta, me estoy asustando. 

Su amigo sale por la ventana, como en las típicas películas americanas. Mientras la madre de Marta sigue preguntando al otro lado de la puerta. 

En el instante que Marta levanta los brazos para despedirse de él, pero él ya está bajando por la ventana de su habitación, mientras mamá está al otro lado de la puerta, gritando su nombre, Marta deja de ser Marta nº1 para volver a ser Marta nº2. Tiene 16 años, pero por un momento se queda sin habla, el pecho se le aprieta, los ojos se le llenan de lágrimas. Marta no tiene 16 años, en realidad vuelve a tener 2. 

Marta nº2 vive de nuevo ese trueno corporal, esas sensaciones físicas programadas a los dos años. Su cerebro recibe la señal de alerta, de nuevo, y pone en marcha el mecanismo de estrés biológico con la misma cantidad de la hormona que apareció en el viejo conflicto. 

Pero la creencia ya no es “Mamá me abandona”, sino “Me abandonan”. El programa se extrapola a lo general en una verdad limitante, en una creencia. Marta ahora está programada para vivir “ser abandonada”

Marta tiene ahora 25 años. Acaba de tener una discusión con su pareja. Él, en la impulsividad del momento, le dice a Marta que se va de la casa, donde  hasta entonces vivían juntos. Coge cuatro cosas básicas y se dispone a marchar. Marta lo entiende, hasta el momento de despedirse.

Ella está sentada en el sofá, le dice a Juan que no se vaya mal, que le dé un abrazo, levanta los brazos esperando ese gesto de “esto es solo una discusión más, lo podemos arreglar”, pero Marta se queda con los brazos levantados y suena un portazo, Juan rueda la llave desde fuera. Y en ese Momento, vuelve Marta nº2. 

Los brazos levantados, el sonido de las llaves en la puerta y puede que algún otro elemento más de los que estaban presentes en la “instalación del programa inicial”. ¿Te suena esto? Marta ya no es una adulta de 25 años;  se queda sin habla, encima del sofá, con unas inmensas ganas de llorar, con ese pecho que se aprieta, esas lágrimas en los ojos, vuelve a tener 2 años: “se ha ido, siempre se van”. 

Marta se descargó el programa “abandono” a los 2 años. 

Lo puso en acción a los 16 años. 

Ahora es toda una experta en ese software mental. 

Por eso, va a buscar de forma inconsciente repetir ese patrón. Accionar el programa, volver a sentirse sola y abandonada. La creencia, grabada en el cuerpo en forma de sensaciones, busca ser liberada, ser sentida en el cuerpo, rememorada. Marta y sus programas. Se trata de una droga a la que su cuerpo está acostumbrado y que va a buscar repetir en su vida. ¿Por qué? Porque es lo aprendido y la biología solo considera que, si eso ha hecho que hasta ahora sobrevivas, funciona. Básico, lógica biológica. 

A la biología no le importa que seas feliz o no, la biología quiere que sobrevivas. 

Marta eres tú, soy yo, somos todo(a)s.

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8 comentarios

  1. Es brutal Marga, gracias por compartir la historia, me ha ayudado mucho a entender con más profundidad como funciona «software mental», la historia es genial.
    Una duda que me surge es que si ¿podemos ser consciente en el mismo momento cuando volvemos a revivir la experiencia? O el nivel de estrés es tan elevado que no lo podemos identificar hasta que no lo miramos con perspectiva o se trabaja de manera más profunda.

    Muchas gracias por escribir tan bonito.

    1. Ei Meritxell, te cuento: no se trata tanto del nivel de estrés sino del hecho de que caes en un patrón inconsciente. Claro, aquí podríamos hablar de neurociencia y lo que ocurre a nivel cerebral, pero para que lo entiendas, puedes ser consciente de las sensaciones corporales que se detona en el instante presente, pero no vas a poder llegar al programa inicial . De esta forma este programa seguirá pulsando en tu vida.

      A ti por el tiempo,
      abrazote.

  2. Y como se cambia esta programación para no seguir repitiendo lo que ya está grabado en nuestro cuerpo? Es horrible pensar que estamos condenados a repetir conductas limitantes y dolorosas

  3. Me a dado una apertura de mi pasado y como influye inconscientemente mi vida
    Veo de una manera distinta el autosabotaje y lo que busca a través de los patrones que repito en mi vida

    Me agrada la forma en la cual bajas la información

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