El proyecto y el sentido de tu vida, están inscritos en los 9 meses antes de tu concepción hasta los 3 primeros años de vida. 

El proyecto y sentido condiciona nuestra vida, el comportamiento, la profesión, las creencias, las relaciones, TODO. Los deseos inconscientes de mamá y papá se graban en el bebé y este crecerá impulsado a cumplir el programa. 

Esto no siempre supone algo malo. Algunos proyectos son bonitos. Pero es como decir, vivir en la mazmorra de un castillo, o vivir en la más alta torre. Estupendísimo si pretendes quedarte en el castillo.

Veamos varios ejemplos: 

El caso del fontanero del abuelo ahogado en el mar (que ya te he explicado en un post anterior). Su propósito y sentido de vida es reparar este duelo bloqueado a través de su oficio. 

El caso de Tomás, un niño deseado al que le ponen el mismo nombre que su abuelo difunto. Su madre no deja de repetirse “Tomás se parecerá a papá” y yo no sé si el poder de la creencia llega a ese nivel (bueno, quizás tengo algo de idea), pero Tomás  es la copia exacta del abuelo. 

EL caso de Fernando, Fernando es otro niño deseado al que le ponen el mismo nombre que su abuelo difunto, muerto en un accidente de tráfico. ¿Sabes a qué se dedica “Fer”? Es técnico en emergencias sanitarias. Gracioso, ¿verdad? 

El caso de Mariana, una logopeda extraordinaria. SU abuelo murió fusilado por “gritar” y “protestar” ante una situación injusta en tiempos de dictadura. Mariana repara enseñando a todo el mundo a “hablar”, por aquel a quién en su día quitaron la vida por hacerlo. 

El caso de Laura, una gran fisioterapeuta. Es la cuarta hermana, concebida después de que su primera hermana sufriera una meningitis de la que se quedó inválida. 

El caso de Rita, con una menarquia retrasada. Su madre quería un niño, fue grande la decepción al enterarse del sexo de Rita. Con amor y lealtad inconsciente, ella retrasa su menarquia hasta la edad de los 15 años. Quiere ser un niño todo el tiempo que pueda. 

El caso de Ana, nació tras un parto doloroso en el que le quedó una pequeña deformidad en la cara. Honra la historia de ese “abuso obstétrico” viviendo situaciones de bullying durante 5 años en su adolescencia. 

El caso de Inma, que fue concebida como un intento de unión entre sus padres, a punto de divorciarse. Es mediadora de conflictos y tiene un tono de voz bajo y suave. 

El caso de Maria, a quién no esperaban. Su madre tenía 18 años cuando quedó embarazada. En María existe una profunda sensación de culpa por existir, siente que estorba, que no tiene lugar. ¿Ves la lógica? 

Lorien tiene problemas económicos. A su madre se le rompió la bolsa amniótica en su 6 mes de embarazo. 

Tatiana tiene 57 años y no ha conseguido dejar la casa de sus padres. Es la tercera de 4 hermanos. Ellos, en su inconsciente (o no tan inconsciente) querían una mujer (después de los dos primeros hijos) que los cuidara de mayores. 

*Todos los ejemplos expuestos son unidireccionales. Quiere decir: no todos los problemas económicos es por la rotura de una bolsa amniótica; no todos los sentimientos de culpa vienen por ser un “feliz accidente”; no todas las menarquias retrasadas es porque mis padres querían un niño.* 

En definitiva, venimos con un proyecto inicial parental (paterno-materno) que nos guía y que nada tiene que ver con el proyecto personal. 

Algunos proyectos no son tan difíciles e incluso los gozamos. 

Otros son el verdadero drama de nuestra vida. 

Vivir en la torre del castillo, encerrado(a). 
O vivir en la mazmorra, encerrado(a).

¿Sabes qué te digo? Que yo prefiero la mazmorra, incómoda, lúgubre, fría. Que no me deje creer que soy la princesa intocable y que me ponga en movimiento. 

A esto se le llama: “el cuerpo del dolor”

Algunas veces utilizo la expresión: “elegí todas las tareas pendientes de mis ancestros antes de encarnar”, por eso mi cuerpo del dolor ha sido grande, PARA PRESIONAR. 

Y salir de la mazmorra aunque sea cavando en el suelo con una cuchara. 

¿Y tú? ¿Sientes la presión? ¿O miras desde una ventana en una alta torre?