Renacer.
A veces pierdo mi centro, otras estoy anclada a pachamama muy fuerte, otras sin embargo naufrago pero no quiero huir de eso. Es mi proceso, lo amo.
Abrazo cada una de las emociones que recorren mi piel, mi corazón, mi ser.
Abrazo todo las heridas que me han dejado mis ancestras y he tenido que sanar poco a poco: construyéndome, derribándome y reconstruyéndome una y otra vez… a veces es un bucle constante, y está bien.
Abrazo todos los días de mi ciclo: cuando sangro y suelto, cuando ovulo y echo de menos incluso cuando premenstruo y me cambio de outfit cinco veces.
Abrazo mis días de silencio, me paro, analizo, distingo. Vuelvo a mi centro. Todo está bien.
Abrazo de la misma manera los días en que todo es ruido y canto, bailo y danzo con euforia. También todo está bien.
Abrazo el amor que recibo y el amor que doy. Que bonita es la vida ahora que amo.
Ojalá pudieras verla solo la mitad de bonita que la veo yo cuando estoy enfrente del mar; es impresionante.
Antes de ese momento no era capaz de abrir los brazos y abrazar.
Ha sido el mayor descubrimiento, (re)evolución y renacer que he tenido hasta el día de hoy.
Tengo 28 años, soy integradora social y hace dos años fui paciente de terapia menstrual.
Al pasar tantos meses trabajando con Marga Hope descubrí cuanto era de grande el lastre y los patrones que repetía sin ser consciente.
A los siguientes 2 meses de haber empezado terapia, mi menstruación se reguló, dejó de doler y el sangrado dejó de ser abundante.
Sentí que por primera vez estaba conectada con mi cuerpo y con mi parte femenina.
Si tuviera que resumirlo en una palabra, el mayor beneficio que obtuve como resultado de la terapia sería conexión; Yo, Mi, Me, Conmigo.
A todas las mujeres que vivan su menstruación como algo traumático, les aconsejaría que se atrevan a descubrirse y a conectarse con ellas mismas.
Cecília.
